Cuentan que cuando Dios terminó de modelar el mundo y mientras se sacudía la tierra de las manos admirando su obra, un pedacito de barro cayó en medio del Océano Atlántico. Lo miró y se decidió a estirarlo un poquito con los dedos. Así, redondita y llena de barrancos, creó a La Gomera. Al siguiente día, Dios descansó.
La Gomera es uno de esos sitios a los que no se llega por casualidad.

Roque Agando. Centro de la Isla. Panorámica de MS. mivelerobergantin.wordpress.com
La Gomera es la isla con más montañas de Europa, que se reparten en 370 Kilómetros cuadrados y los 1.487 metros de altura que alcanza su pico más alto, Garajonay.
Su posición en medio del Atlántico y el hecho de ser la segunda más pequeña de un Archipiélago de 7 islas, un islote, varios roques y lo que sea que está por llegar, implican que el viajero que la conoce tiene un interés particular.
A La Gomera se puede llegar en avión desde Tenerife o de Gran Canaria y en barco desde el Puerto de los Cristianos, en el Sur de Tenerife.

San Sebastián desde el barco. Fotografía de MS
Mi humilde, pero fundamentada recomendación, es que no pierdas la oportunidad de llegar cruzando el mar. Atrévete a desafiar el viento saliendo a cubierta, deja que el salitre te salpique la cara, cruza los dedos para que puedas ver algún delfín y no pierdas de vista el Teide suspendido sobre las nubes mientras entras en la bahía de San Sebastián.
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