Hay rincones de la Naturaleza que no nos pertenecen porque ya tienen dueño.
Hay líneas que al traspasarlas nos convierten de inmediato en extraños.
La Barrera de Coral de las Islas Whitsunday es de los corales, las anémonas y los peces de colores.
El Atlántico de las Açores es de los cachalotes y de los delfines.
El Círculo Polar Ártico es de la Aurora Boreal y del Pueblo Sami.
La playa de Sandfly Bay, a las afueras de Dunedin, en la Isla Sur de Nueva Zelanda, es de los leones marinos.
Una «dulce pelea» por bombones en la fábrica de Cadbury puso fin a nuestra visita a la ciudad de Dunedin.
Dunedin, Otepoti o el Edimburgo del Sur se encuentra en la península de Otago y es la segunda ciudad más grande de la Isla Sur después de Christchurch.
Enlazando Braidwood Road y Seal Point Road, en poco más de media hora, llegamos a Sandfly Beach.
En un cierto punto, la carretera se acaba en un pequeño aparcamiento perimetrado con una valla de troncos de madera.Un precipicio a un lado y una escarpada ladera al otro.
Hace viento. Un viento frío y cortante. Un viento polar. Antártico. Que arrastra granitos de arena blanca y los clava en la piel.
Hay que bajar la ladera. Serpenteando las figuras de arena, como marcianas, que ha dibujado el viento.
La playa a los pies. Parece en calma. Arena blanca. Y sombras negras.
Ya cruzamos esa línea tras la que nos convertimos en extraños.
La playa tiene dueños.
Y la hacen suya.
Pidiendo permiso y sin querer molestar,pero intrigados y alucinados, recorremos la orilla.
Gracias por dejarnos entrar.
Hasta la próxima,
Ayarí.
Parece que fuimos siguiendo el mismo sendero de baldosas amarillas…
Es fantástica esta playa…nosotros disfrutamos de un desembarco de pingüinos de pico amarillo, en sitios asi es donde te das cuenta lo afortunado que eres de vivir por aquí.