De niña pasaba ratos jugando con mis amigas a dar mil y una utilidades a la primera cosa que cayera en nuestras manos.
Archivo por meses: marzo 2013
Aventura Ártica III: Un día con Los Samis
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Miguel Hernández
Para Sonreír I
Es verdad que hay mil maneras de decir una misma cosa …
Tratemos de elegir la mejor.

Puerta de Garaje en Barcelona.
Hasta pronto,
Ayarí
Aventura Ártica II: Aurora Borealis

Camino a la Aurora.
Fotografía de Ayarí Chico.
Aventura Ártica I: 66º 33′ 45»

Colores de Polo. Vista desde el Fiordo de Lyngen.
Siempre he creído que hay lugares en los que nos encontramos bien porque sí. Y otros, en los que no.
Aunque suene a misticismo, estoy convencida de que el magnetismo de la Tierra no nos llega igual a todos, ni en todas sus partes.
Yo al menos he experimentado sensaciones de bienestar nada más pisar algunos suelos. Y me he sentido mal en otros aunque haya dispuesto de una grata compañía.
Llegar a un lugar blanco en todos sus rincones, frío, muy frío, pegado al Océano, donde en verano brilla el Sol a media noche y en Invierno las noches se llenan de luces… Eso la Tierra lo tiene que notar… Y tu cuerpo lo recibe.
Sé que esto parece más raro que encontrar a dos canarios en el Polo Norte.
Pero qué de sorpresas nos da la vida.
Gracias a Marcos por ésta.
El día antes (del viaje)

Valle Gran Rey. La Gomera. 30 de diciembre de 2012. Fotografía de Ayarí Chico.
Pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.
Mario Benedetti
¡Saltemos el Muro!
Hoy es un domingo extraño para mí. Me gustaría volverme un poco alemana.(Sólo por hoy). Necesito adelantar varias cosas pendientes. Y además, hacerlo convencida, sin lamentar no recibir estos rayos de Sol que tantos días llevaban escondidos.
Hoy querría que me compensara hacer lo que debo, no lo que quiero. Sentirme un poco más fuerte para no sucumbir a esas pequeñas tentaciones que retrasan (y endulzan) el camino.
Para no olvidar mi firme propósito hago sonar Die Walküre de Wagner. Así, mientras las valquirias, hijas de la diosa tierra defienden su olimpo germánico y dan descanso a las almas de los guerreros caídos, yo me traslado al rincón más firme de la ciudad de Berlín para compartirlo con vosotros.

El Muro en la Puerta de Brandemburgo